Cómo trabajar con los pensamientos cuando notas que las estrategias de reestructuración no te alcanzan.
Muchos psicólogos clínicos llevan años formándose en profundidad y trabajando desde el enfoque cognitivo- conductual. Un enfoque con suficiente evidencia empírica, validado como enfoque basado en la evidencia para múltiples trastornos. Sin lugar a duda, este enfoque ha permitido a los profesionales resolver situaciones clínicas en terapia, avanzar y ayudar a los pacientes y alcanzar sus objetivos terapéuticos. La terapia funciona, y en muchísimos casos funciona mejor que otros acercamientos sin evidencia empírica y que los abordajes farmacológicos.
Sin embargo, a muchos clínicos con frecuencia les resultan insuficientes las estrategias provenientes del propio modelo para el trabajo con los pensamientos. Es frecuente escuchar a terapeutas cognitivo-conductuales que se encuentran con situaciones en las que reestructurar ciertos pensamientos se les hace casi imposible. Situaciones en las que existen pensamientos dolorosísimos, muy rígidos e impermeables, e incluso situaciones en las que los propios terapeutas son incapaces de creer en que puedan cambiarlos. Ideas y creencias que devienen de situaciones críticas, graves o en los que la carga de sufrimiento es elevadísima. Muchos de ellos comentan que a veces ni ellos se creen lo que están haciendo, incluso ellos mismos creen que “son incapaces” y se sienten incapaces de cambiar esas ideas para hacer algo con tales pacientes…
Esta limitación con frecuencia lleva a los psicólogos cognitivos a explorar otras herramientas, buscar instrumentos alternativos para trabajarlos. Muchas veces encuentran que las técnicas conductuales son las que ayudan a salir de los atascos cognitivos, y otras veces terminan nutriéndose de estrategias provenientes de otros modelos, incluso sin evidencia empírica…
Para los terapeutas ACT en cambio la forma de pensar de nuestros clientes, la rigidez en las ideas, ese estilo cognitivo impermeable de ciertos pacientes a los que les digas lo que les diga siempre la respuesta es la misma, no nos supone un problema.
La fórmula es sencilla:
Contamos con cientos de herramientas para trabajar con los pensamientos sin cambiar los pensamientos. Estableciendo una relación flexible con lo que se piensa, aprendiendo a tomar perspectiva y a notar los pensamientos como un producto automático de la mente. El paciente aprende a convivir con sus tendencias mentales y a hacer caso a los pensamientos sólo cuando hacerlo sea útil para conseguir la vida que quiere. Y cuando hacer caso a los pensamientos suponga bloqueo, limitación o empobrecimiento vital, aprender a observarlos, tenerlos sin hacer caso a lo que dicen, sin que controlen la conducta.
Las estrategias de defusión, en las que se incluyen ejercicios de detección, observación, y distanciamiento (propios de las herramientas de mindfulness) son las estrategias que empleamos para salir del enredo cognitivo en el que muchos pacientes se encuentran para salir de la maquinaria mental desde la que todos, incluidos los terapeutas, nos empeñamos en resolver problemas de la vida.