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El año excepcional que hemos tenido

Por 19 diciembre, 2020mayo 8th, 2023Sin comentarios

Como analista de conducta y terapeuta contextual me fascina observar ejemplos de comportamiento y analizar las condiciones antecedentes y consecuentes que lo hacen posible. Me gusta hacer hipótesis sobre la historia de aprendizaje previo, imaginar la cantidad de sucesos ocurridos que permiten que esa conducta este ocurriendo en este momento; e indagar, y pedir ejemplos de situaciones pasadas y experiencias que permitan comprobar si la hipótesis que he elaborado se confirma o descarta…Cuando las piezas encajan, cuando el análisis aporta algo de luz sobre el comportamiento, siempre vuelvo a la idea de la perfección. A la idea de ajuste, de encaje perfecto de las piezas… A una semana de haber concluido la edición 11 del máster, toca valorar: el trabajo del equipo, valorar el trabajo de los alumnos y desde luego valorar mi propio trabajo de dirección. Ver cómo se ha producido ese encaje de piezas…. Y la idea que me ronda en estos momentos es a circunstancias excepcionales respuestas excepcionales… Y es que valorando el curso no puedo más que señalar la excepcionalidad del grupo que acaba de terminar y la respuesta excepcional del equipo de trabajo que este año me ha acompañado

Este año he visto a un grupo de alumnos que en su mayoría había apostado por una formación presencial, ajustarse a la formación Online sin mayores sobresaltos, sin dejarse arrastrar por sus expectativas de presencialidad. Los alumnos incluso con la saturación de pantallas que ha habido, han sido capaces de asistir a las clases en streaming puntualmente, mantener la atención, el interés y la participación delante de la pantalla, durante 10 horas cada fin de semana.

He visto a profesionales no nativos digitales, trabajando en el aula virtual y aprovechando las herramientas técnicas puestas a su disposición. Haciendo, editando vídeos y compartiendo su trabajo en diferentes plataformas. Con dificultades, con sensación de torpeza y pensamientos de incapacidad, han sabido pedir ayuda, buscar orientación y acompañamiento técnico y, finalmente, han compartido sus experiencias, nos han hecho partícipes a todos de su proceso individual de aprendizaje.

He visto también a alumnos reticentes, no familiarizados con lo digital, con la incomodidad pegada que progresivamente se han ido exponiendo a la pantalla y participando, tímidamente al principio y más activamente al final. Han aportando feedback a sus compañeros e incluso algunos han llegando a unos niveles de apertura e intimidad personal a través de este medio, inimaginables para ellos mismos, emocionantes para el resto.

En pleno confinamiento, con la sensación de no saber qué hacer, cómo seguir, hasta cuándo va durar …los alumnos han diseñado, grabado y editado más de cien interacciones clínicas. Se han lanzado a practicar en vivo con ayuda de sus familiares o han grabado interacciones clínicas online con compañeros de profesión o del máster. Todos han colaborado para hacer la práctica posible, alcanzando niveles altísimos de participación y de calidad del trabajo. Todos estas interacciones han sido valoradas por el resto de compañeros y por los profesores que han dado feedback a cada uno de estos ejercicios. También la mayoría ha trabajado con sus pacientes y ha participado semanalmente (incluso más de una vez en semana) en sesiones de supervisión clínica. En estos encuentros hemos podido reflexionar, practicar una y otra vez y orientar los casos, a la par que trabajar de forma grupal e individualmente con las tendencias personales y el modo en que estas tendencias interferían en sus sesiones con pacientes. Todos hemos aprendido y el progreso encuentro tras encuentro ha sido evidente para todos.

Lo conseguido ha sido gracias al tesón, creatividad, trabajo arduo del equipo de profesores que ha generado las condiciones oportunas para hacer estos comportamientos probables … los profesores han ajustado rápidamente el guión, han adaptado creativamente la parte experiencial del aprendizaje, han diseñado ejercicios organizados para aumentar la participación, fomentar la interacción y conformar pequeños grupos de trabajo colaborativo. Han mostrado implicación y se han dedicado horas a dar feedback y reforzar el trabajo de los alumnos y ayudarles a discriminar cada vez mejor las conductas del terapeuta y del cliente en sesión. Esta creatividad del equipo se ha desplegado por el apoyo constante del equipo técnico del Instituto que ha tenido la paciencia necesaria para ayudarnos a cambiar nuestra visión y ajustarnos a la nueva realidad, que ha sabido entender nuestras necesidades y ofrecer alternativas tecnológicas que han mantenido la esencia de lo que venimos haciendo, mejorando incluso gracias al descubrimiento de estas herramientas.

Estamos todos conmovidos por el curso que termina, porque el encaje de condiciones ha funcionado y ha resultado en un año excepcional: excepcionalmente productivo, novedoso, rico, colaborativo, compasivo y profundamente humano: hemos tenido a niños asomados a las pantallas, a gatos celosos buscando protagonismo, a compañeros positivos, tablas de planchar de atrezzo, personas en línea a las dos de la mañana, hemos tenido pantallazos de mar a mitad del encierro, hemos meditado en línea, se nos ha cortado alguna vez el sonido… Y esa cotidianidad en lugar de descentrarnos de la tarea nos ha acercado a lo esencial, al corazón y al por qué estábamos allí, a lo común que nos mueve…. Estas condiciones nos han hecho contactar con el esfuerzo personal de los que allí estábamos. Cada encuentro nos ha recordado que la vida es cambio, es pérdida, es incertidumbre y que sólo unos propósitos claros pueden sostenernos y darnos estabilidad ante el caos. El grupo ha mostrado contar con un repertorio que ha posibilitado el despliegue de comportamientos flexibles ante las condiciones planteadas por el equipo, y todos hemos funcionado con foco ante el vértigo de la novedad, el temor, el estrés, el cansancio y el dolor que muchos de nosotros hemos vivido en este tiempo.

Todos hemos crecido