La vida no será igual
Probablemente todos tengamos que afrontar desafíos, y la vida hoy nos estará retando a cada uno y en multitud de aspectos: cómo vamos a relacionarnos, dónde y cómo vamos a buscar trabajo, una pareja, cómo vamos a entretenernos, cómo serán nuestras vacaciones, ¿cambiará la manera de formarnos?, ¿cómo seguiremos trabajando de forma segura?, ¿cómo no caer en la desconfianza, la inseguridad y la preocupación limitante?…
La clave va a estar en cómo entendamos las reacciones a lo nuevo y en qué hagamos o qué promovamos hacer en las personas que nos consultan. El estrés, la tensión o la sensación de incertidumbre y el vértigo que tenemos hoy… Las quejas, los enfados, la incomprensión, las dudas que nos traerán las personas que nos consulten podremos situarlas en el contexto de las reacciones naturales e inherentes a los desafíos de la vida hoy. Como una respuesta natural a los cambios y problemas sociales, económicos, y laborales que van a venir.
Otra cosa ocurrirá si estas reacciones las juzgamos, enmarcamos y etiquetamos como problemas psicológicos, nos dedicamos a especificar nuevos síndromes, a recomendar fármacos o terapia para resolver esas reacciones.
En este último caso estaremos catapultando al supuesto portador de la ansiedad, de la tristeza, del estrés, de la incertidumbre, etc. a una posición de víctima desde la cual, es mucho menos probable que se pongan en marcha o se desarrollen habilidades para afrontar los problemas y mejorar las condiciones vitales a través del cambio de conducta.
Cuando hacemos un diagnóstico, procuramos eliminar una emoción negativa o un recuerdo doloroso o procuramos cambiar pensamientos difíciles o anticipatorios, estamos transmitiendo a la gente que tiene algo que les hace la vida más difícil, a convencerse de que tiene un problema mental, y que hasta que eso no se cambie o disminuya lo que se siente no podrá retomar la vida como antes.
Quedarte sin trabajo, haber descubierto que tu relación de pareja está vacía, constatar que tus hijos no saben convivir, respetar, colaborar; haber perdido los afectos más importantes, tu proyecto laboral, o descubrir que a tus amigos no les importas, junto con tener un diagnóstico psicológico o psiquiátrico, es el cóctel perfecto que promoverá tu inhabilitación para ajustarte e implicarte a hacer lo que hoy te toca hacer, para seguir adelante.
Entonces, ¿cuál será la labor del psicólogo?
Creo que los psicólogos tenemos un papel importantísimo en estos momentos de “vuelta a lo cotidiano”, tenemos una ocasión única para poner en valor nuestra profesión, la responsabilidad de mostrar la utilidad de lo que hacemos y dedicarnos a mostrar el impacto que podemos tener en la sociedad.
El papel de los psicólogos hoy ha de pasar por ayudar a las personas a:
- Normalizar las reacciones que cada uno presente según sus condiciones. Todas las emociones tienen su utilidad funcional y ninguna ha de considerarse desajustada, inapropiada, menos a la luz de la historia personal y de las circunstancias actuales.
- Tendremos que dedicarnos a validar siempre los intentos que están haciendo las personas por abordar lo que le pasa, por solucionar; los grandes esfuerzos que todos hacemos para ajustarnos. Porque además, cada uno está haciendo lo que saben hacer, aunque quizás hoy no sirva.
- Hemos de ayudar a las personas a descubrir los recursos personales, emocionales y sociales con que cuenta y que le han servido en otras situaciones difíciles o problemáticas.
- Debemos también reforzar y hacer hincapié en las habilidades de adaptación flexible que la mayoría tenemos, transmitir con palabras y acciones, la absoluta confianza en la posibilidad de utilizar los propios recursos o de aprender otros nuevos que ayuden a cambiar lo que hoy le toque cambiar a cada uno.
- Tendremos que saber empoderar al otro como persona capaz de resolver y abordar sus dificultades autónomamente, con apoyo social por ejemplo, y otros recursos de regulación con que cuente.
- Destacando siempre que lo importante, lo que va a dejar huellas y marcará en definitiva el modo en el que cada uno avance a través de esta crisis es lo que se haga, cada día.
- Tendremos que ayudar a organizar planes de acción que estén en el repertorio de la persona, cosas que sepa hacer la persona, y que estén relacionadas explícitamente con lo importante para cada uno.
- Resaltando que las cualidades de lo que hagamos es lo que dará sentido a la vida que tenemos, aunque esta se torne cambiante, inestable o llena de incertidumbre…
La flexibilidad psicológica como herramienta de prevención de complicaciones
Durante los últimos 30 años los psicólogos venimos estudiando un conjunto de habilidades que predecirán qué personas superarán los desafíos de esta crisis exitosamente y qué personas podrían desarrollar problemas psicológicos o quedarse bloqueados en su vida, atascados: bailando al mismo ritmo, siguiendo los mismos pasos cuando la música ha cambiado.
Este conjunto de habilidades se llama la flexibilidad psicológica o la aceptación, y ha sido planteado desde la ciencia conductual-contextual. La flexibilidad psicológica se ha definido como la habilidad de ser consciente y contactar con lo que se siente y piensa con apertura y disposición, y avanzar en la vida en direcciones que son personalmente valiosas, construyendo hábitos cotidianos que te permitan vivir alineado con tus propósitos y aspiraciones vitales.
Se trata de aprender a vivir dando la cara al sufrimiento justamente para vivir una vida con sentido. Cuando se habla de dar la cara al sufrimiento hoy, significa ser consciente de las reacciones que el cambio traerá a cada uno, dándonos permiso para notarlas y tenerlas con apertura, curiosidad y amabilidad. Porque justo en ellas se encuentran nuestras mayores motivaciones, deseos y propósitos vitales más importantes, es decir, se encuentra lo que queremos para nuestra vida. La implicación que tengamos en las cosas de la vida, las decisiones que tomemos, los cambios que implementemos, la reorientación en lo que hacemos, según lo que valoramos.
Lo más relevante de esta investigación es que se ha encontrado que estas habilidades son aprendidas y pueden entrenarse en sesión de forma simple, en poco tiempo, con pocas intervenciones.
Gracias a esta investigación cada vez los psicólogos contamos con más herramientas que nos permiten construir y entrenar estas habilidades. Así pues, la evidencia acumulada estos años nos hace pensar que la flexibilidad psicológica podrá funcionar como un antídoto, de modo que su fomento podrá promover la salud psicológica y ser clave en la adaptación a las nuevas circunstancias.
Ya depende de si los psicólogos somos capaces de abrazar este desafío y potenciar la salud y fortaleza personal, liderar en base a estos principios de aprendizaje la construcción de nuevas habilidades personales que faciliten el cambio y los ajustes a lo nuevo, y promover una mayor conciencia e implicación en la vida.
O, si preferimos quedarnos encallados renombrando síntomas, alertando a la población sobre los traumas que vendrán y haciendo sensible a la población, mediante descripciones minuciosas sobre lo que han de sentir o pensar las personas en estos días; y dando razón, a través de los nuevos síndromes descritos, al bloqueo, a la inacción, y a la caída, personal y social.