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Publicaciones Unidad Clínica

¿Por qué estoy siempre frustrado con todo y con todos?

Por 14 septiembre, 2011octubre 6th, 2016Sin comentarios

En nuestra consulta muchas personas manifiestan sentir una gran frustración porque no han visto satisfechas sus expectativas a nivel laboral, de pareja, familiar, con los amigos… Valoran el momento de la vida en el que están, todo lo que han trabajado o luchado hasta ahora, y no les gusta lo que ven. Muchas personas se crecen ante las dificultades y reaccionan activamente, y sin embargo otras se ven bloqueadas y cada vez con menos iniciativa. Con frecuencia estas personas pagan su disgusto con los más cercanos, su pareja, sus amigos, sus familiares… y después terminan sintiéndose culpables. Se quejan de su situación pero no son capaces de hacer nada por cambiarla y cada día se sienten más impotentes.

Como seres verbales que somos, no podemos evitar comparar lo que esperábamos y lo que tenemos, nuestro deseo y la realidad. Cuando la distancia entre nuestras expectativas y nuestro día a día es demasiado grande, aparecen sentimientos como la frustración, la rabia, el sentimiento de injusticia, la tristeza, la apatía, el enfado, la angustia… Son sentimientos normales, con los que puede ser difícil convivir. A veces una persona de confianza o un profesional nos puede servir para compartir estos sentimientos, expresarlos, hacerles sitio… En estas circunstancias es importante saber diferenciar entre lo que podemos y lo que no podemos cambiar. Nos gustaría cambiar la forma de ser de nuestra pareja, o nuestra situación económica, o mejorar nuestra salud… Sin embargo hay situaciones que no cambian… Por ejemplo, muchas personas se empeñan sin resultado en cambiar la personalidad de sus seres queridos, o les culpan de sus problemas. Otras no aceptan un diagnóstico de una enfermedad o un trabajo que no les satisface. No obstante, siempre hay un margen, algo que podemos elegir hacer para aumentar la probabilidad de que mejore nuestra situación. Siempre hay algo que podemos hacer en lugar de permanecer parados esperando que sean los otros quienes cambien o quienes actúen. En ocasiones, el margen que nos queda es aprender a aceptar las cosas como son, aprender a vivir en la realidad que nos ha tocado, elegir hacerlo en lugar de estar permanentemente en lucha contra nosotros mismos, y hacer sitio a nuestros sentimientos. La Terapia de Aceptación  y Compromiso puede ser muy útil en circunstancias como éstas.