Así, en estas circunstancias, lo natural es que la tristeza, el desasosiego, las preocupaciones y el estrés aparezcan y llenen nuestros días, e incluso lleguen a afectar otras esferas de nuestra vida como la alimentación, el sueño, las relaciones sexuales y, más allá de estos hábitos básicos, terminen impregnando las relaciones con nuestros seres queridos, nuestra familia o amigos y no nos permitan disfrutar de cosas con las que antes sí disfrutábamos.
Sin embargo, los seres humanos tenemos más recursos de los que nos imaginamos, una gran capacidad de adaptación a múltiples entornos, de los más propicios a los más desfavorecedores, una sorprendente capacidad de superar situaciones tremendamente adversas como las catástrofes naturales, enfermedades graves, guerras, campos de concentración, e incluso la pérdida de libertad. Si somos capaces de ser flexibles en la situación actual, tal vez podamos aprovecharla como una oportunidad para poner en marcha recursos que quizás ni sospechábamos que teníamos, para ver hasta qué punto somos capaces de crecer, de aprender cosas nuevas, de hacer algo distinto para mejorar, de desarrollar nuevas habilidades. Si lo que hacíamos hasta ahora ya no nos funciona, la realidad nos está diciendo que ya toca ensayar nuevas alternativas de solución, probar algo nuevo, algo diferente, que ya es hora de comenzar a dar lugar a la creatividad, a lanzarnos e ir experimentando más allá de las viejas soluciones.
Probablemente no podamos hacer nada para cambiar la solvencia de nuestra empresa, tal vez no esté en nuestras manos convencer a nuestro jefe de que somos lo suficientemente válidos para que no nos despidan, probablemente no podamos hacer que cambien las políticas de ajuste de nuestros centros de trabajo… Tal vez difícilmente cambiemos nuestros sentimientos de desesperanza cuando lo que vemos cada día es desalentador. Quizás sea complicado luchar contra los pensamientos negativos cuando, por diferentes medios y cada día, se nos repite que la situación es compleja. Tal vez sea arduo conseguir pensar de forma optimista cuando a poco que se lean los periódicos asustan. O que fabriquemos sentimientos esperanzadores cuando estamos asistiendo a la pérdida de nuestro proyecto más soñado…
Sin embargo, centrarse en cambiar lo que se puede modificar será la clave del cambio, cambiar y organizar nuestras acciones cada día marcarán la diferencia, ACTUAR Y ACEPTAR LO QUE NOS VENGA en estas condiciones difíciles, y no dejarnos arrastrar por ello.
Es posible enviar un curriculum aún con el pensamiento de “no servirá para nada”, podemos apuntarnos a un curso con el pensamiento de “es absurdo intentar aprender esto” o “no me servirá para nada”, darnos cuenta de que tenemos la sensación de “derrota”, de “falta de ganas” y cada día ponernos el despertador pronto para mirar las ofertas de trabajo a primera hora. Podemos, con el recuerdo de “nuestro reciente fracaso” o con la “sensación de rabia e injusticia”, centrarnos en hacer nuevos contactos, llamadas de teléfono, gestiones para remontar nuestra empresa, etc… En fin, más allá de sensaciones, pensamientos, sentimientos o recuerdos inútiles, lo importante es ser capaces de no dejarnos llevar por ellos y actuar de forma sistemática, persistente y enérgica para cambiar lo que podemos cambiar en las actuales circunstancias.
Actuando así, siendo fieles a lo que creemos y actuando esperanzadamente cada día aunque a veces sintamos desesperanza, probablemente podamos aportar un pequeño granito de arena, que multiplicado, termine por hacer de estas circunstancias una auténtica ocasión para la creatividad y el crecimiento.
Dra. Marisa Páez Blarrina